Llamado a la Vida Consagrada

Fundamento

Los consejos evangélicos de la castidad consagrada a Dios, la pobreza y la obediencia, puesto que están fundados en las palabras y ejemplos del Señor y recomendados por los apóstoles, por los padres, doctores y pastores de la Iglesia, son un don divino que la Iglesia recibió del Señor, y que con su gracia conserva perpetuamente. (Vat II, L G. 43)

La Vida Consagrada, enraizada profundamente en los ejemplos y enseñanzas de Cristo, es un don de Dios Padre a la Iglesia.

A lo largo de los siglos nunca han faltado hombres y mujeres que, dóciles a la llamada del Padre y a la moción del Espíritu, han elegido este camino de especial seguimiento a Cristo, para dedicarse al El con un corazón “indiviso”. (Vita Consecrata 1)

La vida consagrada está en el corazón mismo de la Iglesia como elemento decisivo para su misión, ya que indica la naturaleza íntima de la vocación cristiana y la aspiración de toda la Iglesia Esposa hacia la unión con el único Esposo, Cristo (V.C. 3)


Una Mirada al Proceso de  Formación en la Congregación de las Hermanas de la Caridad Cristiana

“SIGUEME”, (Mt.9,2) es el llamado amoroso que día a día apunta directamente al CENTRO mismo de nuestro ser. Tiene su fundamento en el encuentro personal con el Señor y se inicia con la llamada de Dios y la decisión de seguir las huellas de Cristo casto, pobre y obediente.
Nosotras, hijas de la Madre Paulina, deseosas de mantener la vitalidad del carisma que nos ha legado, queremos responder con fidelidad y generosidad. Esta respuesta requiere conversión y transformación radical de vida. Por lo tanto cada Hermana y como Congregación, somos responsables de nuestra formación espiritual, durante toda la vida.  Estamos llamadas a dejarnos transformar y compenetrar por el ESPIRITU del Señor.
La formación en cada etapa de nuestra vida religiosa exige prestar atención a los signos de los tiempos, dejarnos sensibilizar por ellos para poder darles la respuesta adecuada.

Ante el llamado del Señor: ¡SIGUEME!, dejarnos despertar a la presencia del Señor Resucitado y comprometernos con ella. Todas debemos anunciar el mensaje del Evangelio con la vida; cada una en el puesto y la responsabilidad que la Congregación le ha confiado.
Es el deseo de la Iglesia y de la Congregación, que cada Hermana, consecuente con su anhelo de superación en la respuesta a Dios, aproveche al máximo los medios que con este fin se ponen a su disposición.

Etapas de la Formación

“Religiosos bien formados, son el bien de cada Congregación”
(Heinz Lau SCJ)

La Formación es un proceso espiritual.
Por eso se divide en largos períodos de tiempo:


Pre-Noviciado: 

La candidata que ha percibido el llamado de Cristo y se decide por El, pide la admisión a la Congregación y presenta los documentos requeridos.

Bajo la guía del Espíritu Santo y con la ayuda de su formadora, la pre-novicia profundiza e intensifica su vida cristiana, clarifica su llamada y fortalece su voluntad. Vive en comunidad haciendo una transición gradual a la vida Religiosa.

Este período dura dos años: Aspirantado y Postulantado


Noviciado:

El Noviciado es la etapa fundamental de la formación. La Novicia vive en comunidad fraterna con la Formadora y sus hermanas, en el lugar canónicamente erigido. Bajo la dirección y acompañamiento espiritual de su Formadora, se inicia en una intensa vida interior en un ambiente de alegría, silencio y recogimiento. Se compromete a colaborar con la gracia divina.

Recibe instrucción sobre los principios básicos religiosos, la práctica espiritual y ascética, para crecer en la vida de fe y la profunda unión con Dios, especialmente en el sacramento de la Eucaristía.

Se prepara para la consagración total de sí misma a Cristo, en servicio a la Iglesia, por medio de la Profesión de los primeros votos en la Congregación de las Hermanas de la Caridad Cristiana, Hijas de la Bienaventurada Virgen María de la Inmaculada Concepción.

El noviciado dura dos.  El primero año es el año canónico y de acuerdo a la exigencia de la Iglesia, la Novicia debe dedicarse sólo a su formación y durante el segundo año puede dedicar tiempo a nuevos estudios y/o experiencia apostólica


Período de Profesión Temporal:

Durante este tiempo la Hermana de votos temporales sigue creciendo y profundizando su consagración como Hermana de la Caridad Cristiana. Fiel a las Constituciones y al Carisma de la Congregación, desarrolla un fuerte sentido de responsabilidad como religiosa activa en la Iglesia. Durante este período de integración, diálogo y discernimiento, trata de llegar a una decisión en cuanto a su compromiso de toda la vida como hija de la Madre Paulina.

Unida a la Iglesia por los lazos de la Profesión Religiosa, se alimenta en la mesa de la Palabra de Dios y de la Eucaristía.

Como la Madre Paulina, vive su compromiso de fidelidad valiente y creativamente, sabiendo que, como lo expresa nuestra Fundadora: “Bendecida por la Iglesia y fortalecida por el AMADO, lo puedo todo”. (M. P.)

Normalmente es un período de seis años, puede prolongarse hasta nueve años


Terceronado:

El terceronado es un tiempo de intensa preparación para la profesión perpetua. Es un tiempo de discernimiento, durante el cual, la Hermana toma la decisión final de consagrarse o no totalmente a Dios.

Es esencial que durante este tiempo se programen largos períodos para que la Hermana se retire completamente de la actividad apostólica e intensifique su relación con Cristo en un ambiente de silencio y recogimiento. Es acompañada por una formadora durante este tiempo, que incluye también un retiro.

Es un período aproximadamente de ocho semanas.


Formación permanente:    

“PEMANECED EN MI AMOR”      (Jn. 15, 9)

La formación permanente implica una dedicación y esfuerzo constantes de renovación humana, comunitaria, espiritual, intelectual, apostólica-misionera, que permite captar y responder a las nuevas realidades de un mundo en continuo cambio, y transmitir la Palabra de Dios a los hombres de nuestro tiempo; se trata de una dimensión integrante del proceso de “continua conversión”.

Cada Hermanas se debe esforzar por asimilar y profundizar las virtudes características de la consagración en el seguimiento de Cristo y del Carisma de la Congregación. Sólo así alcanzará la plenitud de vida en Cristo Jesús, en la medida que coopere con fidelidad y responsabilidad a las innumerables llamadas que Dios le sigue haciendo durante toda la  vida.

“Esfuércense durante toda la vida los religiosos en perfeccionar cuidadosamente esta cultura espiritual, doctrinal y técnica y los superiores en procurarles con todos los medios, las ayudas y el tiempo necesario.” (Perfectae Caritatis 8)


Responsabilidad compartida en la formación

El rol de la guía de formación inicial es  transmitir el espíritu de la Congregación y su tradición, pero la formanda es la principal responsable de su formación,
de su éxito o fracaso

La formación inicial y permanente deben ayudar a las
Hermanas a ser capaces de relaciones, de diálogo y
de trabajo en equipo.

Durante la formación inicial y permanente es necesario tener en mente principios básicos. El proceso debe ser integral, relacionado con la persona y gradual.
Debe considerarse como un proceso guiado.

La formación debe orientarse al amor a Cristo y  a las  personas


Fin de la  Formación

La formación es presentar una visión tal de Cristo que permita conocerlo, amarlo y seguirlo radicalmente
Éste es el comienzo, el medio y el fin
de toda formación: buscar a Jesucristo
y tener siempre los ojos fijos en Él, hasta el fin de nuestra vida.

La meta de la formación es la unión con el Señor y trabajar en la extensión de su Reino


Formación hoy:

“Debemos ser sumamente generosos en dedicar tiempo y las mejores energías a la formación. Las personas de los consagrados son, en efecto, uno de los bienes más preciados de la Iglesia. Sin ellas, todos los planes formativos y apostólicos se quedan en teoría, en deseos inútiles. Sin olvidar que, en una época acelerada como la nuestra, lo que hace falta más que otra cosa es tiempo, perseverancia y espera paciente para alcanzar los objetivos formativos. En unas circunstancias en las que prevalece la rapidez y la superficialidad, necesitamos serenidad y profundidad porque en realidad la persona se va forjando muy lentamente”  
(Caminar desde Cristo,  #18).


Crecimiento en Cristo

La formación no es otra cosa que el instrumento mediante el cual la vida religiosa que buscamos es permanecer en íntima unión con el Señor y en su nombre estar al servicio nuestro prójimo.

La formación es un proceso permanente de transformación a la semejanza de Jesús: Camino, Verdad y Vida-

El crecimiento espiritual y la formación convergen y son inagotables.

El hecho de que Dios quiere revelarse a nosotros  constituye la necesidad de formación permanente, para que Dios pueda completar su obra de transformación en nosotros.

¡Haz, Oh Jesús,
que tu imagen se forme en mí!
Madre Paulina 1854

Sé mi Maestro, oh Jesús,
y dame la fuerza para seguirte.
No tomes en cuenta mis preferencias,
sino tu beneplácito,
pues para esto me doy a Ti para siempre.

Madre Paulina 1848

CHILE
Hermanas de la Caridad Cristiana
Dirección: O’Higgins 676, Casilla 290, San Bernardo
Teléfonos: 228591783 – +56 9 6245 3622
E-mail: congregacionsccchile@gmail.com
URUGUAY
Casa María Inmaculada
Dirección: Martín García 1325
CP (11.800)
Teléfonos: (05982-203-5039)
E-mail: hermanamariaadriana@gmail.com
ARGENTINA
Colegio Mallinckrodt (Sede Martínez)
Dirección: Edison 139
CP (1640)
Teléfonos: (0054) 11-4792-7111
E-mail: pastoral@colegiomallinckrodt.edu.ar